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Qué son los taninos del vino

El vino es una de las bebidas más consumidas a lo largo de la historia de la humanidad y, por lo tanto, tiene un fuerte componente cultural y económico. Es decir, que, de alguna forma su proceso de elaboración y todas las tradiciones que rodean hacen que esta bebida alcohólica, que se obtiene a partir de la fermentación del zumo de uva (mosto), sea parte de nuestra historia e identidad como seres humanos. 

De hecho, como hemos comentado, su origen se remonta a miles de años atrás, ya que en diferentes grupos de humanos en las distintas culturas alrededor del mundo ya se elaboraba y se consumía. Por este motivo, en la actualidad es uno de los productos más apreciados y consumidos en todo el mundo, gracias a su amplia variedad de sabores y aromas y porque se utiliza para maridar con distintos tipos de alimentos. Además, su consumo moderado podría llegar a tener algunos beneficios para la salud, siempre y cuando se realiza de forma responsable.

Para entrar más en detalle, podemos decir que el vino se elabora a partir de diferentes tipos de uva, en distintas regiones y utilizando distintos métodos. No obstante, todos comparten algunas características generales, como su color, aroma, sabor y textura. 

Esto, por supuesto, depende del tipo de uva, ya que se puede obtener una bebida blanca, rosada, tinta e incluso espumosa, que puedes encontrar en nuestro catálogo de vinos. Sin embargo, existe una parte fundamental del vino que muchas veces pasa desapercibida para los consumidores: los taninos. Y, precisamente, en este artículo vamos a dedicarnos a hablar de este tema. 

¿Qué son los taninos del vino?

Si te preguntas qué son taninos del vino, podemos decir que se trata de compuestos orgánicos que se encuentran presentes en la piel, las semillas en pulpa de la uva, así como en las barricas. Por este motivo, al extraer el mosto, estos se trasladan a las barricas de roble en las que se deja envejecer el vino. Estos taninos, que son importantes, se liberan durante la fermentación y maceración, haciéndose más presentes. Por este motivo, son los encargados de aportar al vino su característico sabor amargo y su aroma tan característico.

En términos científicos, los taninos son componentes químicos que se encuentran presentes en las uvas, principalmente, en su piel y en las semillas, pero también en las propias barricas de madera en las que se deja envejecer esta bebida. Entre ellos, se encuentran los polifenoles que se unen a las proteínas y otros compuestos de la uva que sirven para otorgar una mayor complejidad y profundidad al vino. Además, los taninos también juegan un papel muy importante en su conservación y hacen que su sabor y aroma varíen durante el envejecimiento. 

De este modo, podemos decir que son los responsables de aportar al vino el amargor, la astringencia y un sabor más complejo, así como la sensación de una textura áspera. Por ello, deben estar presentes en su justa medida para que el vino no sea excesivamente astringente, rugoso, áspero ni amargo. Es decir, que debe ser una bebida equilibrada. 

Distintos tipos de taninos del vino

Por supuesto, no sólo existe uno sino diferentes tipos de taninos en el vino, y su clasificación puede variar. Sin embargo, en rasgos generales, podemos diferenciar entre tres tipos principales: los taninos secos, los sedosos y los dulces.

Los taninos secos son los más comunes y están presentes en la mayoría de los vinos tintos. Se caracterizan por su acción astringente, que produce una cierta sensación de sequedad en la boca. Cuando aparecen estos taninos secos, suelen indicar que ha habido una maduración excesiva o que se han utilizado barricas demasiado envejecidas. 

Por su parte, los taninos sedosos son más suaves y menos astringentes que los secos. Suelen dejar una sensación de jugosidad en el paladar y se considera que están en el punto perfecto. Estos taninos se suelen encontrar en vinos tintos más ligeros y jóvenes, suelen ser muy agradables en el paladar.

Finalmente, los taninos dulces son menos frecuentes y están presentes en vinos que han sido elaborados con uvas en el periodo más correcto de madurez. Estos taninos aportan una sensación dulce, suave y afrutada en la boca. Suelen indicar que el proceso de envejecimiento y maduración del vino ha sido óptimo debido a que la uva es óptima y que las barricas utilizadas que se han utilizado no estaban demasiado envejecidas. 

Además, también es cierto que los taninos también pueden tener distintas características y niveles de intensidad, dependiendo de la variedad de uva, el clima, de las características de la cosecha y de las técnicas de elaboración del vino. Este es el motivo de que algunos vinos pueden tener taninos más suaves y redondos, mientras que otros pueden ser más intensos y ásperos.

¿Cómo puedes identificar los taninos del vino?

A pesar de que los taninos del vino no son visibles a simple vista, se pueden percibir a través del paladar, por ejemplo, en una cata de vinos. Los taninos están presentes en todos los vinos, aunque son más evidentes en los tintos envejecidos elaborados con variedades de uva como la Tannat, la Cabernet Sauvignon, la Malbec o la Syrah, entre otras. A medida que el vino envejece, los taninos se van intensificando, por lo que es necesario tenerlos en cuenta para hacer que esta bebida envejezca de una manera equilibrada. 

Para identificar los taninos en un vino, es necesario que prestes atención a algunas sensaciones clave en el paladar. Entre ellas, podemos anotar la la presencia de un sabor amargo y astringente en la boca, una sensación de sequedad y aspereza en las encías y en la lengua e incluso, un ligero picor en la garganta. De esta forma, cuando pruebes un vino, podrás apreciar si los taninos están bien integrados y equilibrados, o si, por lo contrario, son demasiado fuertes y dominantes. 

Principales propiedades del tanino del vino

Además de su influencia en el sabor y en la estructura del vino, se considera que las propiedades del tanino podrían llegar a ser beneficiosas para la salud. Por un lado, al ser polifenoles, tienen un efecto antioxidante, por lo que pueden proteger al cuerpo de la acción de los radicales libres y contribuyendo a evitar el estrés oxidativo, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades cardíacas, el cáncer y retrasar el envejecimiento celular de nuestro cuerpo. 

Por otro lado, también podemos decir que los taninos también podrían poseer propiedades antiinflamatorias. Por este motivo, podrían ser de ayuda frente a los dolores musculares y articulares. Asimismo, su consumo moderado también se ha relacionado con la disminución de los niveles de colesterol y con efectos beneficiosos en el sistema digestivo, lo que podría ser de utilidad en episodios de diarrea o gastroenteritis. 

En resumen, ahora que sabes qué son los taninos del vino y conoces sus los distintos tipos, sus propiedades y sus características, podemos decir que los taninos del vino son compuestos fundamentales para su elaboración y que aportan a esta bebida unas características determinadas. 

Es decir, que son, en parte, responsables del sabor, de la estructura y de la complejidad de esta bebida alcohólica. Identificarlos y apreciar su presencia en un vino puede ser una experiencia enriquecedora para el paladar que puedes disfrutar en una cata de vinos y te ayudará a diferenciar entre los vinos de diferente calidad. 

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